SUSANA PALMA MOYA / JAVIER LOZANO ZAFRA
Empecé a trabajar con alineadores en 2001 e inmediatamente me di cuenta de que tenían un gran potencial. Me resultó fácil familiarizarme con la idea porque en aquella época trabajaba con posicionadores dentales. En cambio, la mayoría de mis colegas eran bastante escépticos y no consideraban los alineadores como un verdadero sistema de ortodoncia.
Revisando la literatura podemos ver cómo las posibilidades de los alineadores han aumentado con los años. En 2001, se disponía de pocas herramientas para resolver maloclusiones leves de Clase I apiñadas; sin embargo, varios años después, empezamos a hablar de casos de extracción, maloclusiones de Clase II y mordidas abiertas, que cada vez se trataban con más éxito. Esta situación se debió a dos factores: por un lado, la continua retroalimentación que los fabricantes utilizan para hacer mejoras constantes, y por otro lado, el tremendo esfuerzo de muchos ortodoncistas que han estado tratando de entender y explicar lo que llamamos “la biomecánica plástica”. Por lo tanto, la percepción del uso de los alineadores como un método eficaz de ortodoncia está mejorando debido al hecho irrefutable de que los resultados son cada vez mejores y, en muchos casos, superan los resultados obtenidos por la ortodoncia convencional.
Sólo estamos empezando a entender cómo los alineadores mueven los dientes, y la curva de aprendizaje es más lenta de lo que pensamos. Estas son las razones por las que su eficacia está indiscutiblemente ligada a la formación académica y a la experiencia. Los profesionales con mayores conocimientos y mayor número de casos tratados conseguirán mejores resultados. No es de extrañar, ya que esto es lo que ocurre cuando se introduce una nueva técnica.
Por todo ello, como profesionales, somos nosotros los que seguimos estableciendo nuestros objetivos de tratamiento. La estética y la comodidad del paciente no deben estar reñidas con la calidad de los resultados del tratamiento. Esto significa que en bastantes situaciones debemos utilizar técnicas auxiliares para complementar las deficiencias de los alineadores. También supone por parte del profesional un mayor esfuerzo y dedicación de lo habitual al acabado oclusal y funcional del tratamiento, y sobre todo a la formación. Entiendo que salir de la zona de confort no es fácil para quienes llevan toda la vida tratando a los pacientes de la misma manera. Aquí es donde el Dr. Palma y el Dr. Lozano tienen toda la razón. Este libro llena un vacío en nuestra interpretación del movimiento de la ortodoncia con alineadores. Ofrece un gran número de claves esenciales para la comprensión de la biomecánica de los alineadores. Es la publicación adecuada en el momento oportuno, con guías para tratar diferentes maloclusiones con confianza, predictibilidad y calidad. Siguiendo sus sólidos conocimientos de biomecánica y sus consejos basados en la experiencia, el lector se introducirá en el tratamiento de casos cada vez más difíciles, manteniendo siempre los estándares oclusales tradicionales.
El libro abarca todas las maloclusiones, desde los casos más sencillos de apiñamiento leve hasta los tratamientos preprotésicos más complejos. Está escrito como un atlas, con casos específicos completamente explicados paso a paso. El lector también encontrará un innovador y atractivo formato de vídeo de cada tratamiento. Por todo ello, este libro es una magnífica y sencilla herramienta de consulta apta para principiantes, pero también para ortodoncistas bien formados en alineadores. Además, para los escépticos, el libro, al menos, despertará su curiosidad. ¿Es realmente posible realizar una ortodoncia de buena calidad con alineadores? Este libro aportará respuestas y, sin duda, muchos argumentos para el debate.
Estamos en el inicio de una nueva técnica. La planificación previa y completa del caso a través de un potente software ha cambiado radicalmente nuestra forma de trabajar. Esto significa que tenemos que volver a la escuela, pero nunca hemos tenido tantas posibilidades de formarnos como hoy. De este modo, el profesional puede llegar a ser tan competente como desee. Sin embargo, parece que hay cosas que nunca cambian; y no me refiero sólo a la enorme reticencia a aceptar nuevos conceptos o técnicas (que es realmente frecuente en nuestra profesión), también me refiero al pequeño porcentaje de personas como el Dr. Palma y el Dr. Lozano, cuyo gran afán de superación y progreso da como resultado el hallazgo de nuevos conocimientos. El conocimiento que generosamente comparten sirve de ejemplo y guía para muchas personas.