Esta obra permite reconocer la importancia de la oralidad en el proceso penal y el modo en que este principio debe coexistir con la escritura. Asimismo, se trata de un trabajo que va en la línea de desarrollo académico, profesional y docente del autor: la litigación y la defensa penal de alto nivel. De ahí que esta obra no solo contribuye con la correcta configuración, preparación, estructuración e implementación del caso penal, sino que, además, permite advertir que los conocimientos de la teoría del delito resultan intrascendentes si el abogado desconoce los conductos procesales para aplicarlos en las defensas penales o si es incapaz de transmitir adecuadamente los contenidos de su teoría del caso.
