Este relato cierra la trilogía sobre Sandra, completando el extraordinario
testimonio vital que comenzó con Tengo una hija deficiente y Los hijos
diferentes crecen.
Con una prosa directa y conmovedora, Anna Vila comparte los últimos
veinte años de la vida de su hija Sandra, que, tras una anoxia durante el parto
debido a un mal diagnóstico, nació con múltiples discapacidades que los
médicos consideraron incompatibles con una vida plena. Diagnóstico que
tanto Sandra como su madre desafiaron cada día.
Este libro nos sumerge sin filtros en la realidad cotidiana de Sandra durante
su etapa adulta hasta su emotivo adiós. Seremos testigos de sus grandes
desafíos diarios: desde sus problemas de salud hasta su firme decisión
de abandonar el colegio y el piso tutelado, sus momentos de frustración,
contradicciones, rabietas y su gradual repliegue hacia su mundo interior.
Pero también compartiremos momentos de profunda alegría y días felices,
como cuando Sandra despliega su sorprendente talento artístico.
Con honestidad, respeto infinito y sin caer en dramatismos, la autora nos
guía por el extraordinario camino de Sandra, y la dejaremos marchar, igual
que hizo su madre, cuando llegó su final.
Esta historia transciende el simple testimonio para convertirse en una
reflexión sobre el cuidado incondicional, el respeto a las decisiones del
otro y el inmenso poder transformador del amor, que convierte cada
obstáculo en una oportunidad para crecer juntos. Un testimonio que
permanecerá en el corazón del lector mucho después de cerrar sus páginas.