No solo los psicoanalistas, sino también los docentes, psicopedagogos, filósofos, críticos e historiadores del arte, y todos aquellos interesados en este fenómeno que genéricamente denominamos obra de arte , saben del riesgo de quedar atrapados en una fascinada contemplación de este tipo de producciones -eso que llamamos goce estético- obviando el avance hacia la dilucidación de los contenidos angustiosos que subyacen.