Las Vanguardias de principios del S.XX encuentran en las exposiciones una oportunidad para experimentar con la relación entre objeto artístico y espacio. Las propuestas expositivas se convierten en verdaderos proyectos arquitectónicos que actúan como laboratorios de ideas en los que interaccionan de forma directa distintas disciplinas artísticas. A partir de su presencia en la exposición, se pueden testar nuevos conceptos espaciales asimilando, en algunos casos de forma explícita, el concepto de espectador al de usuario-habitante.