El 21 de mayo de 1950 Cusco sufrió un pavoroso terremoto que destruyó gran parte de las viviendas y edificios emblemáticos de la ciudad.
Esta catástrofe es uno de los eventos clave de la historia cusqueña. En torno al terremoto y la reconstrucción posterior se anudaron múltiples tensiones y dilemas, que involucraron a los propios cusqueños, autoridades locales y nacionales, y diversos gobiernos e instituciones internacionales.
Ocurrido en plena Guerra Fría, el terremoto fue visto como una oportunidad por quienes querían poner en marcha los nuevos paradigmas urbanos modernos y por quienes, por el contrario, deseaban recuperar una ciudad tradicional de estilo colonial o neoinca.
La ayuda a los damnificados fue también una encrucijada para los recién nacidos organismos de las Naciones Unidas, y para regímenes como el peronismo argentino y el franquismo español, que pugnaban por legitimarse en el nuevo escenario internacional de la posguerra.