Visitar y profundizar el universo narrativo de Estela Sáenz de Méndez es una tarea fascinante, llena de sorpresas, sensaciones y colores. Este libro, totalmente diferente de lo que la autora nos tiene acostumbrados, no deja de ser una clara muestra de ello. Al igual que a la pequeña protagonista, una humilde muchacha palestina, nos hace vivenciar sentimientos y sensaciones sobre la vida de Jesús, guardar sus palabras y admirarlo mientras pinta el tapiz de su mensaje. Con cada pincelada, con cada palabra, nos adentramos en un mundo harto conocido por los cristianos, pero realmente desconocido desde la visión propuesta por la autora. Mientras la novela transcurre, vemos algunos personajes dibujados, otros desdibujados y nos vamos acercando, lentamente, junto con la pequeña protagonista, al círculo más íntimo de Jesús. Esta testigo ocular, con las mismas dudas y preguntas que hoy tiene cualquiera de nosotros, será, casi sin darse cuenta, un apóstol privilegiado del paso de Jesús por esta tierra. Pedro, Nicodemo, la Virgen María, Lázaro, Marta, María, María Magdalena y María Cleofás serán los guías de lujo en esta novela que propone una visión distinta, casi de entrecasa, sobre la vida de Jesús y el nacimiento del cristianismo.
