Los niños menores de seis años piensan y desarrollan distintos procedimientos para gestionar sus pensamientos, con o sin un entrenamiento formal para hacerlo.
Son capaces de observar, comparar, relacionar, ordenar, clasificar, extrapolar e interpolar, formar hipótesis, formular evidencias, extraer conclusiones, estructurar argumentos, considerar la relevancia, utilizar analogías, etc.
Cuando hablamos de enseñar y aprender a pensar, nos referimos a promover que los niños desarrollen un pensamiento más efectivo, autónomo, coherente, reflexivo, dialéctico, crítico y creativo. Podemos, y debemos, ayudar a los pequeños para que encuentren significados apropiados para todo lo que descubren y sucede a su alrededor y para que elaboren respuestas adecuadas; que integren la razón, la emoción y la conducta, Se trata de convertirnos en mediadores para que los niños encuentren su propia coherencia entre lo que piensan, lo que desean o sienten y lo que hacen.