La obra ofrece un enfoque sobre las diferencias culturales de los empresarios nacionales y extranjeros, los nativos andinos y amazónicos, y los políticos; todos los cuales tienen una visión diferente del mundo. Para los primeros, el mundo no tiene fronteras ni límites; para los segundos el mundo termina donde acaba la montaña la cual tiene, además, un carácter religioso; finalmente, para los políticos la meta son las próximas elecciones y no el largo plazo que demanda la visión de un estadista para construir una sociedad con menos asimetrías y exclusiones.
Esas diferencias culturales, que deben ser respetadas, han sido horadadas por el proceso de globalización que ha impuesto la estandarización, el hedonismo, la inmediatez, el facilismo y el lucro voraz. Ese choque cultural puede ser evitado a través de la negociación, orientada a lograr objetivos comunes: los de los dueños de la tierra que quieren bienestar con dignidad; los de los inversionistas que, con su tecnología y recursos monetarios, buscan la renta; y los del Estado que con la recaudación tributaria puede redistribuir la riqueza nacional.
