El concepto de salud sexual se relaciona con lo que se considera “normal”, adecuado o correcto. Con el propósito de encontrar criterios que puedan contribuir a resolver situaciones complejas, se analizan aspectos desde la biología, las ciencias sociales, la filosofía moral y el derecho. El enfoque biológico resulta limitado puesto que en el comportamiento sexual se entrelazan biología y cultura de manera inseparable; el enfoque desde el derecho es insuficiente ya que se ocupa de regulaciones externas; y el enfoque moral resulta de invaluable ayuda para la práctica clínica, debido a que los comportamientos sexuales ocurren generalmente en la intimidad o en la privacidad, espacios en los cuales somos altamente vulnerables al daño.
El sexólogo sabe que su consulta no puede convertirse en una actividad moralizante o de adoctrinamiento ideológico, pero tampoco puede ignorar que gran parte del sufrimiento de las personas se origina en prejuicios y en prescripciones moralizantes descontextualizadas. Tampoco puede hacer caso omiso respecto a que las personas deben tomar decisiones en su vida sexual, que involucran aspectos morales, por lo que debe explorar este campo para lograr una práctica clínica con el menor nivel de prejuicios posible y con información científica amplia y actualizada.
