Sorprende de su lectura el carácter de esteta religioso del autor. Un místico del cine. Leal al arte de culto, termina por crear toda una filosofía de la angustia a partir de las incertidumbres de directores cinematográficos y escritores. Su formación humanística y de jurista trasunta los análisis del destino de personajes memorables en miradas profundas que normalmente escapan a los asistentes regulares de las salas de cine comercial.
A veces críptico, sus reflexiones conforman una bitácora juiciosa sobre la forma de abordar el cine como mero entretenimiento. Aunque obliga a su relectura constante, el curioso sin ningún compromiso moral encontrará en Cine y Derechos Humanos la hermenéutica del exégeta criado entre las dudas de su existencia pudorosa y religiosa. Textos sustanciales acerca del poder, la libertad, la política, la culpa, el castigo al otro distinto; y una conceptualización especial sobre patologías sociales que tanto gravitan en los colectivos: la intolerancia religiosa, el estado absolutista y el colonialismo.